Carlos Hermosilla, “Subida el Sauce” Grabado en relieve.(Fragmento)
Parte 1: La noción aprendiz-maestro y los vínculos en el taller de grabado.
Renata Sagredo Osorio
El presente escrito es una parte de la investigación Tras la Huella del Grabado, en esta ocasión se abordará la noción de aprendices y maestros(as); su estado actual según los comentarios de grabadores que ejercen principalmente en la quinta región. Esta relación, enmarcada en un taller, también implica muchas veces tensiones, concesiones y afectos. En síntesis: los vínculos traspasan y configuran el taller de grabado.
¿Cómo se percibe la relación aprendiz-maestro en el grabado? ¿Qué lugar tienen los vínculos en el aprendizaje de esta disciplina?
Metodológicamente, en un primer momento se hizo una convocatoria abierta a grabadores y grabadoras del territorio a responder una encuesta, y luego se pasó a entrevistar de manera directa a algunas voces relevantes de poner en valor. Se obtuvo un total de 29 respuestas, 22 respuestas a través de la encuesta y 7 en entrevistas. Con algunas se conversó mediante videollamada, con otras se conversó mediante correos electrónicos.
Esta investigación también plantea la pregunta sobre la existencia –o no– de una genealogía del grabado trazable en la región de Valparaíso, tema que sigue en proceso de construcción.
Una naturaleza dual: grabadores enseñantes
Antonio Romera en el 70’ ya se refería a Hermosilla como un grabador que no solo crea imágenes sino que se dedica a la enseñanza, lo acuña como una base dual: “La primera es la de animador, la de formador de una sensibilidad para quienes aspiran a ingresar en el campo del arte de un país en el cual no existía la práctica del grabado. Eso tiene un nombre: precursor.” (Romera, Antonio. “Homenaje a Carlos Hermosilla.” In IV Bienal Americana de Grabado. Santiago de Chile: Sociedad de Arte Contemporáneo, 1970).
Es irrefutable que los talleres han sido un espacio de proliferación y desarrollo de estos saberes, así como el conocimiento de las prácticas particulares de cada grabador. El taller es el lugar donde convergen personas con distintos niveles de conocimientos en torno a una misma técnica, y permite congeniar física y experiencialmente procedimientos, temáticas y materialidades disímiles a partir de las prensas, gubias y rodillos.
Carlos Hermosilla y Marina Pinto. Fotografía.
Es esta doble dimensión es la que se sigue replicando en las y los grabadores del territorio, una especie de modelo inaugurado por Hermosilla que sigue vigente hasta nuestros días. Quien hace grabado no solo se enfoca en su práctica personal, sino que muchas veces facilita el proceso de otros; ya sea compartiendo su espacio de taller, sus herramientas, o sus conocimientos.
De todas las personas que colaboraron en esta investigación mediante las encuestas y entrevistas, gran parte de ellas se dedican o se han dedicado de alguna forma a la docencia, ya sea con clases particulares en talleres, clases en la educación primaria o secundaria, o en la educación superior. En otros casos, si no se dedican a la docencia de una manera tradicional, propician espacios de encuentro a través de participaciones en agrupaciones, redes de grabado a nivel nacional e internacional, o compartiendo taller. Por otro lado, se puede decir que todas las personas encuestadas sí han efectivamente vivido la experiencia de haber recibido algún conocimiento en torno al grabado desde otra persona, y por tanto, tienen posturas no sólo como quienes han guiado procesos de otros, sino también como receptores.
El concepto y sus problemáticas
Poner sobre la mesa la pregunta sobre el(la) maestro(a) a través de las entrevistas, muchas veces generaba una pausa para repensar este concepto y evaluar su vigencia; ¿tengo o tuve maestros(as)? ¿quiénes fueron? ¿los considero como tal? ¿me considero de esa forma?
Y desde ahí, cuatro grabadores comentaron algunos puntos de tensión al hablar del maestro(a). Primero, Nicolás Piérola refiere que claramente ya no es un concepto tan común como en otra época, y enfatiza en el arma de doble filo que supone, “ya que demasiada cercanía con un(a) maestro(a) puede convertirte en una copia, sin quererlo”. Se deja entrever aquí la práctica misma de la transmisión del conocimiento, el cuidado que se debe tener para enseñar incentivando la propia búsqueda, la curiosidad intrínseca. Esta comprensible advertencia que hace Nicolás podría combatirse con la búsqueda de distintos maestros, mantenerse en constante movimiento entre otras personas transmisoras de experiencias y contenidos.
Elizabeth Sepúlveda, grabadora de Villa Alemana, agrega otro punto de lectura más reticente a la incorporación del concepto de maestro(a); con el peligro que puede conllevar que un(a) maestro(a) se acerque a ciertas “manías obsoletas de un maestro de grabado hacia sus aprendices, desde favoritismos y el excluir alumnos por diferencias… También diría que el factor de preferencia masculina fue un gran tema” Aún así, la grabadora es optimista comentando que “son términos que han ido cambiando para mejor y que el valor de la propuesta conceptual también debería ser un tema a seguir profundizando de la mano de los procesos técnicos”. Entendiendo la herencia del concepto de maestro(a) ligada al modelo tradicional de las Academias de Bellas Artes, donde siglos de invisibilización hacia las mujeres de alguna manera siguen teniendo sus reminiscencias hasta la actualidad.
Con aún más hincapié en la poca vigencia del término, aparece el grabador Topo Custodio, quien agrega que este concepto es “algo decimonónico, los conocimientos por supuesto se transmiten y es fundamental, pero hablar en esos términos me resulta confuso, siempre se está aprendiendo, hasta el más maestro descubre”. Se deduce que en este sentido el maestro llega hasta un cierto punto de expansión que deviene en estancamiento; teoría que no puede ser descartada, pero es quizá difícil concebir que la figura de maestro(a) no pueda convivir con el continuo aprendizaje. Pilar Domínguez, grabadora radicada en Italia, y quien estuvo a cargo del taller de grabado de la Universidad de Playa Ancha, marca la referencia de la importancia del continuo camino de quien enseña: “es importante que te vean trabajar también, trabajar con ellos”. La maestra como alguien que se mantiene en constante formación.
Las inquietudes que plantean Nicolás, Elizabeth, y Topo son muy necesarias; un llamado de atención no sólo a problematizar y cuestionar este concepto, sino que cuidar la práctica misma del maestro(a).
Una dicotomía también significativa es la que plantea el grabador y editor Chano Libos, quien comenta su extrañeza al hablar de estos conceptos, ya que es capaz de identificar a su maestra, Virginia Vizcaíno: “Con todo el respeto y reconocimiento que implica, pero yo no me considero maestro de las personas a quienes enseño el grabado. Me siento más como un compañero de ruta, quizás más experimentado, pero que también aprende de ellas”. Se desprende aquí la carga simbólica que rodea esta palabra, y cómo cada enseñante del grabado puede o no –en la mayoría de los casos—autodeterminarse bajo ese concepto de maestro(a). Un compañero de ruta más experimentado también plantea una horizontalidad a la hora de hacer taller, un concepto que aparece con insistencia en las conversaciones con grabadores y grabadoras.
Horizontalidad y colectividad
Un interesante ejemplo de cómo se fue articulando un taller de manera tan orgánica tiene sus inicios con la grabadora Francisca Agurto, formada en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar. Ella comenta que desde sus comienzos pudo contar con una prensa, y que desde ahí su taller fue un lugar de confluencia para grabadores en formación, quienes le pedían visitar su taller para imprimir, incluso cuando ella dejó de ser alumna de la Escuela. Esta dinámica de poner a disposición el espacio de taller, tomó más fuerza en 2011, tras el terremoto de 2010 que provocó el cierre del taller de grabado del mismo Bellas Artes. Así, comienza a gestarse taller Graphos, que actualmente cuenta con 11 grabadoras. Francisca refiere que “lo fundamental es la amistad y el cariño (…) porque mantiene el respeto, el apoyarse. Porque es un grupo diverso, entonces las inquietudes de cada una son distintas. Cada una ha encontrado su lugar y su forma de participar en el grupo”. El origen de un taller con sus bases en la colaboración y el apoyo mutuo. Inés Acevedo, grabadora y también miembro de Graphos desde 2014, habla de este colectivo desde la naturalidad con la que se crean vínculos de amistad y “en el desarrollo del oficio pasamos a ser una familia”.
Esta misma noción de taller y familia es señalada por Andrea Beiza, artista formada en la Universidad de Playa Ancha, quien enfatiza que “la comunicación asertiva y la familiaridad en taller o el espacio de desarrollo de obra, brinda comodidad, confianza y soltura que fomenta y propicia la creatividad”. Por su parte, esa sensación de colectividad y confianza es la que manifiesta la grabadora y miembro del Taller Casaplan, Claudia Riquelme, haciendo énfasis en el compartir de los saberes y el respeto a los procesos personales.
Para la grabadora porteña Gladys Figueroa los vínculos son “invaluables e insustituibles, porque el grabado en cierta manera se necesita del colectivo. (…) No sé si pasa lo mismo en pintura porque estás en tu espacio, no hay esa colaboración, porque de repente vas a necesitar la mano de un compañero, ya sea para que te ponga el papel húmedo (…). Esa energía que te da el que otra persona también esté trabajando, produce una conexión y te dan más ganas” Gladys comenta que actualmente trabaja más en solitario, pero que cuando está con otros compañeros, se potencia mucho más. Incluso, como comenta, en términos prácticos ciertas tareas compartidas como que para el proceso de edición haya una persona a cargo del entintado y otra a cargo de la humectación, resulta un proceso más eficiente. Es muy interesante ese impulso que menciona la grabadora, ya que es la fuerza de la colectividad la que mueve esa rueda, y esa misma cohesión la que muchas veces sostiene las necesarias pausas y encuentros.
En este mismo sentido de lo práctico, Carlos Pardo, grabador formado en la Escuela de BBAA de Viña del Mar, hace referencia a este compañerismo “como una forma de subsistencia, para funcionar”, no de una manera puramente instrumental, sino planteando que el taller de grabado es en sí un “ecosistema particular”.
Virginia Vizcaíno, quien estuvo 17 años a cargo del Taller de Grabado de la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso, comenta que este intercambio no es sólo de conocimientos, tal como comentaban las grabadoras de Graphos, “Se crean lazos, se comparten conocimientos, pero también, experiencias de vida. Todo ello, va formando un ambiente de respeto y solidaridad, en torno a la prensa”
Carlos Hermosilla, “Eucalyptos, Valparaíso” Grabado en relieve. (Fragmento)
Las dimensiones del taller: lo personal y lo colectivo
Pilar Domínguez y Jorge Martínez, hacen una reflexión bastante similar al hablar de la dinámica del trabajo en el taller, esta especie de contraste entre el trabajo colectivo y a la vez individual. Agrega Pilar que el grabado “es muy solitario, pero es super colectivo. Solitario porque tienes que crear en tu espacio (…), puede ser en tu casa o en un taller y si tu tienes la posibilidad de una prensa o un tórculo, es una cosa colectiva. No te sirve de nada si no lo compartes, es casi una comunidad”. Jorge Martínez, por su parte, comenta: “me parece notable, que en los espacios de grabado son colectivos e individuales, eso quiere decir que cada artista hace su obra que tiene su proceso, estado de evolución y avance, todos son distintos. Sin embargo, compartimos las experiencias, entonces no es lo mismo que el pintor, el escultor, el instalador, que muchas veces su arte lo hace de forma aislada”.
Estos contrapuntos del trabajo en paralelo –interior y exterior– habla de esta mutua influencia entre la obra y el taller, donde el(la) grabador(a) es el punto que media entre su propia creación y el espacio donde se circunscribe, y cómo concibe su espacio de taller. A su vez, cada una de estas particularidades confluyen en crear este ecosistema particular que mencionaba Pardo, que enriquecen de diversidad cada escuela, taller, colectivo, y que le dan una identidad específica.
Afectos, cercanías y materialidades
La práctica del grabado requiere de insistencias, bastante ensayo y error; pasarse el día en el taller, utilizar cada tiempo disponible para ir a grabar, tallar, entintar, imprimir. Pareciera que en el aprendizaje del grabado y el frecuentar común a los talleres “Los afectos son así mismo espontáneos y necesarios, especialmente en la enseñanza”, comenta Virginia Vizcaíno.
Daniel Lagos observa que esta cercanía también se debe a un aspecto material. La distancia necesaria para ver una estampa no es la misma para otras disciplinas, lo que también supone estrechar la distancia entre las personas del taller: “Cuando tú pintas un cuadro no es necesario que el maestro se acerque, no es así con el grabado, la estampa se ve de cerca”. Se observa en grupo, se observa desde cerca, se aproxima la estampa a los ojos, quienes están trabajando de manera autónoma se levantan de sus asientos para ver la prueba de estado del otro, la comentan, la tocan, la señalan.
En el mismo sentido de la materialidad, Carolina Viveros (BarricadaGráfica) grabadora de Valparaíso, hace hincapié en ese vínculo a los elementos materiales que sustentan la práctica “vínculo al oficio, las herramientas, los soportes” comentando su especial afecto hacia el olor de la tinta, con su sonido particular al estirarla con el rodillo. Carolina también aporta la necesaria incorporación de lo que sucede fuera del taller, poniendo en valor “los intercambios con los compañeros de la vida gráfica de escuela y calle”. Grabadores que tienen un pie en el taller y otro en la calle; aparece acá la circulación de las obras, las intervenciones callejeras, los talleres que se toman la ciudad. Las estampas que se funden con los muros.
Catu Rei, quien se dedica al grabado en Viña del Mar, comenta no sólo sobre los afectos que aparecen en el taller, sino que enfatiza en las amistades que allí surgen y el taller como un espacio seguro de aprendizajes “con quien desarrollé una mayor cercanía resultaron ser quienes me entregaron un mayor conocimiento. Y es que es importantísima la confianza al momento de la enseñanza. Poder preguntar sin miedo, poder equivocarse sin miedo.” Una mirada que también aboga por la importancia de un ambiente de aprendizaje adecuado en el grabado, es la que aporta la grabadora viñamarina Antonella Rojas, quien señala el trato del maestro hacia sus aprendices. “Si el maestro es arrogante, soberbio o déspota no me vinculo con su enseñanza, por muy capacitado que sea”.
Retorno y ciclicidad
En muchas de las respuestas, aparece la reciprocidad entre lo que entrega quien enseña y lo que recibe de sus aprendices. Iván Arestegui, grabador y docente en Quillota, comenta la relación aprendiz-maestro también vinculada “con una tradición y técnica,(…) asumiendo que ese vínculo es dinámico y que la maestra o maestro también terminan aprendiendo de sus aprendices”. Virginia Maluk, grabadora, miembro de Graphos y actual presidenta del Centro de Grabado de Valparaíso, hace este mismo énfasis: “Es una relación en que ambos aprendices y maestros interactúan aportándose mutuamente. Si bien en el conocimiento y enseñanza de la técnica el maestro es el que da y el aprendiz retroalimenta al maestro”.
Esta dinámica de taller va generando un ambiente común de crecimiento, Martínez alude que:, “ya no se trata de estudiante sino que se trata de aprendiz o de distintos grados de desarrollo en un taller colectivo, se produce una formación de estudiantes que después de forma natural se vuelven ayudantes y por lo tanto, se genera una especie de avance del proceso jerárquico de la experiencia. La experiencia va generando grados de conocimientos que a su vez se re-transmite a los otros y las otras”
“Siempre somos aprendices de alguien” comenta Herna Freiberg. Para ella un maestro “es un orientador y facilitador de su experiencia que nos ahorra mucho esfuerzo de investigación pero que genera un cariño hacia la práctica y nos inculca el esfuerzo a la par que nos anima cuando uno se desalienta en el trabajo”.
Es comprensible que un concepto que ha estado estrechamente ligado a la tradición del grabado tenga todavía varios aspectos que problematizar y resignificar. Aun así, es innegable que al momento del aprendizaje del grabado la experiencia de taller es fundamental, una experiencia que es variada y que se retroalimenta a sí misma en el mismo compartir, donde pueden generarse lazos y roces, pero vínculos que movilizan de una u otra forma, vínculos que hacen tomar posición. La experiencia del grabado se transmite, se intercambia, circula, tal cual como se intercambian las estampas. Carlos Hermosilla instala en la región de Valparaíso esta figura dual de grabador-enseñante y tras él, una serie de generaciones que replican su legado.
Apariciones
Al preguntar a los y las grabadoras por otros artistas grabadores del territorio que han influido en su propia formación, estos son los nombres que aparecieron. Aparecen a continuación ordenados de mayor a menor cantidad de menciones en las respuestas.
Más de tres menciones: Jorge Martínez. Marko Molina. Carlos Hermosilla. Marco Antonio Sepúlveda. Virginia Vizcaíno. David Contreras.
Menos de tres menciones: Chano Libos. Javiera Moreira. Roberto Acosta. Virginia Maluk. Claudio Vidal. Pablo Suazo. Daniel Lagos. Loro Coirón. Francisca Agurto. Gerardo Saavedra. Cynthia Araya. Rafael Munita. Santos Chávez. Victor Maturana. Claudia Cataldo. Gladys Figueroa. Renata Sagredo. Cristian Castillo. Iván Arestegui. Carolina Aramayo.
Colaboraron en las encuestas y entrevistas:
Virginia Vizcaíno, Francisca Agurto, Pilar Domínguez, Jorge Martínez, Daniel Lagos, Gladys Figueroa, Virginia Maluk, Nicolás Piérola, Catu Rei, Maryorie Martini, Topo Custodio, Marco Arcil, Chano Libos, Elizabeth Sepúlveda, Claudia Riquelme, Ismael Díaz, Joaquín Prado, Antonella Rojas, Isabel Cauas, Gabriela Villegas, Herna Freiberg, Inés Acevedo, Iván Arestegui, David Herrera, Carlos Pardo, Carolina Viveros, Andrea Beiza, Roberto Acosta, Javiera Moreira.
Equipo Tras la Huella del Grabado
Javiera Espinosa, producción y corrección de texto
Renata Sagredo, investigación.
Si quieres aportar a este estudio puedes hacerlo respondiendo la siguiente encuesta https://forms.gle/VK6GbhygLvGMTDQA7, o contactarnos por correo electrónico traslahuelladelgrabado@gmail.com
Notas
Este proyecto fue ejecutado durante 2022 por la periodista Javiera Espinosa en la producción y corrección de textos y Renata Sagredo, grabadora y docente, a cargo de la investigación. Tras la Huella del Grabado es financiado por el Fondo para Proyectos de Investigación en Arte,Cultura y Economía Creativa 2021, convocado por el Instituto Profesional Arcos.
A lo largo del texto se utiliza la palabra maestro, maestra, maestro(a) Entiéndase como toda persona que ha adquirido una maestría en el área del grabado y estampa, a través de su experiencia, su obra, su legado.
Como dos antecedentes importantes de esta investigación se encuentran los conversatorios del Festival Presión, realizado en Valparaíso en 2021, junto a Javiera Muñoz, Loreto González, y Katherina Oñate. Por otro lado, el proyecto territorial convocado por el Instituto Profesional Arcos, “Tras la Huella del Grabado: compartiendo el Patrimonio impreso de la ciudad de Viña del Mar”, realizado durante junio de 2021 y julio de 2022 junto a estudiantes de la carrera de Ilustración Marian Aguirre, Mar Lemus, Alejandra Figueroa, Fernanda Azócar, Valentín Illanes y Sandra Gallardo.